Sigo observando mi trocito de cielo con mi telescopio hasta que mi perseverancia obtiene recompensa. Tal y como predijeron los antiguos, el Destructor de mundos aparece a la hora señalada. A pesar de la distancia, sé que esa mota cósmica arde como mil soles. Casi puedo sentir su calor, la ira destilada de los dioses preparada para purgar nuestros pecados. Ajusto la lente. Lo veo moverse y hacerse más grande. Pero hay algo raro. Soplo en el visor y el Destructor de mundos desaparece.
¿Os reís de mí, dioses caprichosos, o sólo probáis mi fe una vez más? Pues no desfalleceré. Estoy listo para el Apocalipsis.
viernes, 30 de diciembre de 2016
Cuento: El mensajero del destino
viernes, 23 de diciembre de 2016
Cuento: En bucle
Al otro lado de la ventana imaginaria de la radio, la voz repetía el mismo mensaje una y otra vez a cualquiera aún tuviese un aparato que funcionara y quisiese escuchar:
“Resistid. No os rindáis. Aunque nos conquisten, aunque nos esclavicen, aunque se metan en nuestros cerebros, seguimos siendo humanos. No permitáis a los bichos que nos quiten lo que en realidad somos. No olvidéis qué fuisteis ni qué sois. Quizá sea nuestra única posibilidad de volver a ser nosotros.”
domingo, 18 de diciembre de 2016
Lo que Star Wars Rogue One es y podría haber sido
Rogue One, cuando Star Wars fue más Wars que Star (comentario SIN destripes)
Y ahora, si quieres ver mis comentarios y teorías sobre Rogue One destripando la película:
Lo que Star Wars Rogue One es y podría haber sido
Para todo lo demás, aquí tenéis los comentarios :)
viernes, 2 de diciembre de 2016
viernes, 25 de noviembre de 2016
Cuento: Mensajes de cristal
Al otro lado de la ventana el reflejo translúcido de Paco le devuelve la mirada con la misma cara de aburrimiento que tiene su dueño mientras observa el paisaje. El sueño se abre camino hasta sus ojos y se los cierra justo cuando su imagen cambia: le crece el pelo, le desaparece la barba y se esfuman sus gafas metálicas.
Cuando acaba la metamorfosis virtual Paco ya duerme profundamente. No ve que una versión envejecida de Marta le grita silenciosamente que despierte y baje del tren. No ve sus lágrimas, sus ruegos, sus “te quiero”.
Aún duerme cuando la explosión lo hace desaparecer.
viernes, 18 de noviembre de 2016
Cuento: En órbita
Al otro lado de la ventana el mundo sigue girando. Ya no es azul, verde y marrón, sino blanco. Una densa nube radiactiva cubre toda la superficie, con lo que no podemos usar los telescopios. Tampoco llegan ondas de radio o televisión. Sólo ruido blanco. El planeta se ha quedado a oscuras y en silencio y no tenemos forma de saber si queda algo que rescatar.
Los protocolos dicen que si tras un año estándar no tenemos evidencias de vida humana debemos desintegrarlo y partir hacia el siguiente sistema habitable.
Seguir huyendo. Como si eso, en algún momento, hubiese servido para detener a los malditos bichos.
viernes, 11 de noviembre de 2016
Cuento: Errores no forzados
Cuando se prendieron las cortinas de la cocina, el pequeño escondrijo de Jimmy “Metepatas” Smith ya era un pequeño infierno. No sé si llegó a despertarse antes de que el gas explotara. Tampoco me importa. Lo interesante es que la bola de fuego salió en las noticias y ahora todos nuestros chicos tienen claro el mensaje:
Si “por equivocación” llamas a la policía en mitad de un asunto y todo se va al traste, da igual lo que hagas o dónde huyas. Te encontraremos. Siempre tenemos una cálida despedida para un soplón. Nunca olvidamos a un traidor.
jueves, 10 de noviembre de 2016
Cuento: Consecuencias
Espero que puedas perdonarme. Voté a Trump. Nunca pensé que saldría elegido.
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Este cuento no he llegado a enviarlo al concurso de Relatos en Cadena porque lo he pensado después. Pero me apetece compartirlo con vosotros.
viernes, 4 de noviembre de 2016
Cuento: ¡No juegues con el fuego!
Cuando se prendieron las cortinas de la cocina supe sin lugar a dudas que las dulces y premonitorias palabras de mi madre que me indicaban con amor que quizá no era una buena idea fabricar y probar un lanzallamas dentro de casa se iban a transformar en algo menos dulce, menos premonitorio, menos amoroso y, muy probablemente, mucho más sólido. Puede que incluso tuviese forma de zapatilla voladora.
Aunque quizá, si consiguiese apagarlas y reemplazarlas por unas iguales…
Sé que siempre hay dinero en el tercer cajón del estudio. Necesitaré para el autobús, para las cortinas y para unas chuches. Debo tener un premio por ser buen hijo.
domingo, 30 de octubre de 2016
Cuento: Soledad
Poco antes de que los domingos fueran amargos podía encontrarte cada sábado en esta curva, siempre sola, siempre helada, viendo pasar los coches con tus ojos empañados de tristeza y dolor. Yo paraba porque también veía esperanza. Te preguntaba de dónde venías, adónde ibas, tu historia, pero tú sólo hablabas de la curva.
Recuerdo aquella última noche, cuando decidiste responderme. Recuerdo tu sonrisa y tu rostro iluminado. Creí que la luz te perdonaba y me alegré. Después el camión y sus focos nos arrollaron y desapareciste.
Desde entonces te espero en esta curva maldita, anclado a este domingo lluvioso que se repite eternamente.
Sólo por si decides volver.
viernes, 14 de octubre de 2016
Cuento: Un añito en el infierno
Poco antes de que los domingos fueran amargos días de sumar derrotas ya me mirabais con preocupación. Yo os decía que estuvieseis tranquilos, que todo saldría bien, que fuésemos al estadio y disfrutáramos del partido a pesar de los fracasos y de mi calvicie acelerada. Al final, aunque jugamos bien, el equipo descendió y yo acabé anclado a esta máquina que me va marcando el ritmo.
Pero no os desaniméis. Este año viviremos momentazos juntos. Habrá derrotas amargas, remontadas angustiosas y victorias vibrantes. Muchas victorias. Ganaremos la liga. El Diablo me lo ha jurado.
viernes, 30 de septiembre de 2016
Cuento: El último maniquí
Y le manchaba los dedos de harina al entregarle el paquete vacío buscando una sonrisa cómplice. Nunca la consiguió. Después, le calentaba con cariño la ración del día, pero ella, inmutable, ni siquiera la probaba. Él resoplaba, se la zampaba en tres bocados, porque sus padres le enseñaron a no tirar comida, y se iba a revisar sistemas vitales.
Cuando volvía, solía bromear con que lo mejor de un búnker subterráneo era que no tenía ventanas que limpiar. Ella nunca se reía, pero a él le daba igual. Se conformaba con su compañía silenciosa, con dormirse acariciando su piel de plástico. Sabía que sólo seguía cuerdo porque ella nunca le abandonó.
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A veces nos hace falta sentirnos solos un rato para poder apreciar mejor la compañía pero, ¿qué ocurre cuando no puedes elegir volver a tener compañía? Supongo que nos la inventamos y, si hace falta, creamos con amigos imaginarios. Todo con tal de no vivir en soledad.
viernes, 16 de septiembre de 2016
Cuento: Parásitos
Parásitos
El masajista no tardó en reconocer aquel lunar bajo la nuca de su paciente, que lo identificaba como un “anfitrión”, y sus pensamientos se dispararon:
—¡Malditos vendidos! —pensó—. En cuanto llegaron los bichos del espacio pidiendo cuerpos, ofrecieron el suyo con la excusa de “la alianza de civilizaciones inteligentes del universo”. ¡Qué asco! Sí, acabaron con las enfermedades, con la pobreza y con las guerras pero, ¿a qué precio? Dicen que son pacifistas, pero ¡JA! ¡Sólo son unos malditos intervencionistas del espacio! ¡Somos humanos! ¡Tenemos derecho a la violencia! ¡¡Resistiremos!!
—Contrólate —interrumpió una voz en la mente del masajista—. Aprietas demasiado. Y no grites, por favor. Nos resulta difícil relajarnos.
miércoles, 31 de agosto de 2016
Cuento: La cacería
Aunque Adelaida no es un nombre muy común, la Cazadora lo es aún menos. Pero así era mi madre: poco convencional. Tampoco lo era su grupo, la Tropa, aunque sus trabajos en la ciudad indicaran lo contrario. Oficinistas, artistas y amos de casa. Cuando Adelaida, Ágata, Julia, Martín, Otto y el gran Tom iban al bosque, se convertían en rastreadores, tramperos y francotiradores infalibles cuyo único objetivo era perseguir animales, como tú. Mientras estaban allí sólo les importaba la caza.
El resto nos quedábamos en el refugio y esperábamos a que volvieran, preparando la Cena del Regreso. Así llamaban al momento en que se sentaban a repasar las tácticas y las trampas que habían utilizado. Hablaban de los aciertos y de los fallos para aprender. Nunca reían ni alardeaban de lo que ocurría en el bosque. Simplemente lo analizaban como profesionales que deben mejorar en su trabajo.
Aún recuerdo el verano de mi decimoquinto cumpleaños, el más caluroso de los últimos diez años y que sólo fue un anticipo de lo que vendría después. A mi madre le diagnosticaron un cáncer. Inoperable. Intratable. Le daban tres meses de vida. Decidieron que si aquel agosto sería su última cacería, mi cumpleaños era el momento perfecto para que la Tropa admitiese a un nuevo miembro.
—Hemos visto huellas de botas en la zona —dijo mi madre—. Debemos confirmar si son furtivos.
—Si los encontramos —pregunté—, ¿vamos a dispararles?
—Sólo queremos hablar —me contestó muy seria—, pero, si hace falta, tenemos dardos tranquilizantes.
Miré en sus ojos verdes pero no vi a mi madre. Había desaparecido. Allí sólo estaba Adelaida la Cazadora.
—Sí, señora —contesté y no hice más preguntas.
Los rastreamos y los seguimos. Los encontramos la segunda mañana. Eran tres hombres vestidos de camuflaje. Con sigilo, los rodeamos en una hondonada y les dimos el alto.
Ellos dispararon primero. Ágata respondió con tres dardos. En pocos segundos, dormían como lirones.
Les quitamos sus armas y los atamos. El interrogatorio fue rápido. Eran furtivos, cazadores sin licencia ni escrúpulos. Su objetivo era uno de los legendarios lobos gigantes, los guardianes del bosque que nadie había visto desde hacía años.
—Os llevaremos ante las autoridades —dijo la Cazadora—. Por el camino aprenderéis lo que significa ser presas.
No había ni un atisbo de amenaza o sarcasmo en sus palabras. Sólo era información.
—Si vosotros no sois la policía —preguntó uno—, ¿quiénes sois?
—Valentina —me dijo mi madre—, ve con Tom al río a por agua. Hace mucho calor y necesitamos refrescarnos.
Quise protestar pero no pude. Tom me cogió con su enorme brazo por los hombros y nos alejamos. Lo último que vi es que mi madre se sentaba frente a sus prisioneros.
Dimos un rodeo enorme y, cuando volvimos con los demás, los furtivos estaban magullados, sudados y agotados, como si hubiesen corrido durante horas a través de espinos y rocas. Mi madre me dijo que habían intentado escapar. Sabía que no decía toda la verdad pero, una vez más, no pregunté. No era el momento.
Caminamos toda la tarde y, al anochecer, llegamos a la parte más profunda del bosque, un lugar oscuro y tenebroso donde las sombras amenazaban con cumplir mis peores pesadillas. Allí, arrinconada entre árboles, se escondían las ruinas de una antigua ermita de piedra. La vegetación había crecido a su alrededor cubriendo sus muros y creado una cúpula de ramas y hojas para reemplazar el lugar donde había estado su techo.
Nunca olvidaré la primera vez que entré. Apenas quedaba piedra visible entre las ramas, y los retablos y los frescos que pudiese haber contenido habían desaparecido tiempo atrás. La forma en que la luz de la luna se filtraba entre las hojas brillantes y se centraba alrededor un altar de piedra maciza al que le habían desaparecido todos los grabados era hipnótica, casi mágica.
Guiamos a los tres prisioneros hasta el altar e hicimos que se arrodillaran. No opusieron resistencia. Temblaban. Estaban aterrorizados.
—¿No íbamos a llevarlos a la policía? —le susurré a mi madre.
—Es lo que estamos haciendo —contestó.
Cerró los ojos, se llevó las manos a la boca y aulló. Aulló con todas sus fuerzas y los demás miembros de la Tropa se unieron a ella. Ella me hizo un gesto y yo aullé con ellos. Aullé sin saber qué hacía.
Escuché un crujido fuerte y seco, el mismo que hacen los huesos al partirse, seguido de un grito de dolor que se convirtió en un aullido animal, salvaje, lleno de alegría. Nos callamos.
Un gran lobo blanco apareció de la nada y se quedó de pie junto al altar, observando con sus ojos verdes a los tres furtivos. Les enseñó los dientes y gruñó y, por debajo de aquel sonido gutural, aparecieron palabras.
—Matáis ciervos y conejos —dijo con voz femenina—. Matáis osos. Matáis lobos. Matáis para que los leñadores puedan seguir reduciendo nuestro hogar. Matáis sin remordimiento. Le quitáis vida al bosque a cambio de sucio dinero y no dais nada a cambio. Hasta ahora.
No era una amenaza, sólo información. Me giré hacia mi madre para preguntarle qué ocurría, pero donde ella debería estar sólo encontré su ropa despedazada. Miré de nuevo a la loba, miré en sus ojos, y la encontré. Asintió, cerró los ojos y aulló.
Las paredes empezaron a vibrar y con ellas las hojas, que concentraron los rayos de luz de luna sobre las frentes de los tres hombres.
Sin gritos, su piel se iluminó y, de repente, se vaporizaron. Sólo dejaron su ropa, polvo y unas semillas blancas que recogió Julia. Entonces la loba se me acercó, me dio un beso de despedida en la frente y desapareció.
Con esto he cumplido el ritual, furtivo. Sabes lo que debes saber. Ahora serás la presa. Si escapas, vivirás. Si no, conocerás a mi madre y devolverás al bosque parte de lo que le has quitado. No te estoy amenazando. Sólo es información.
Tienes diez minutos de ventaja. Puedes empezar a correr cuando quieras.
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Con este relato participo en el concuro #RelatosDeVerano de Zenda Libros:
http://www.zendalibros.com/concurso-relatos-verano/
martes, 23 de agosto de 2016
La final de Relatos en Serie de 2016
¡Sumamos! Este lunes 29 de Agosto entre las 18:00 y las 19:00 estaré en La Ventana de la Cadena Ser dentro de el concurso Relatos en Serie que organiza esta radio junto con Escuela de Escritores. La premisa del concurso es contar una historia inspirada en una de las series que se proponía cada semana (o en sus personajes, sus autores, los escenarios…).
Participé una semana con un cuento basado en Cuéntame y, la siguiente, en uno basado en Verano Azul. Con este último he conseguido llegar a la final del concurso. ¡Yuju!
Por si os apetece ver todos los relatos finalistas he contactado con todos los concursantes y han aceptado que pusiese aquí los cuentos, así como enlaces a sus páginas web.
Así que muchas gracias a Lorenzo Rubio, Patricia Collazo, Tíndaro del Val y Asier Susaeta por permitirme recopilar aquí sus cuentos. Suerte, disfrutad y que gane quién sea :)
Semana 1 (Audio)
Ganador: Lorenzo Rubio Martínez (@MotivaConMicros)
Serie: Doctor en Alaska
Título: La bola de cristal
Semana 2 (Audio)
Ganador: Patricia Collazo González (LaLetraDePie.com)
Serie: Los Simpson
Título: En el plano
Por lo demás, somos muy normales. Cuando mamá se cansa de nosotros nos pliega para colocarnos bajo la alfombra con perro y padre incluidos. Después invita a sus amigas y les cuenta que es actriz en una serie. Las otras la escuchan envidiosas sosteniendo las copas entre sus frágiles dedos de papel.
Semana 3 (Audio)
Ganador: Pepe Fuertes (HechoSinTinta.blogspot.com y SenorOcre.com)
Serie: Verano Azul
Título: Un nuevo destino
Semana 4 (Audio)
Ganador: Tíndaro del Val (@MicroRadon)
Serie: Juego de Tronos
Título: Dimisión
Tras la batalla, decenas de sabandijas se abalanzaron sobre los cadáveres para desvalijarlos. Nadie le reconoció entre los cientos de cuerpos amontonados, oculto tras un casco con forma de león y una armadura con el emblema de los Lannister. Sintió que aquella sería la última vez que vería el cielo azul del reino de Poniente. Estaba ya cansado de tantas torturas, incestos, secuestros y asesinatos que perpetraba a diario para alcanzar el Trono de Hierro, y seguía sin encontrar un digno final para aquella historia. El guionista empezó a sentir frío: definitivamente el invierno se estaba acercando.
Semana 5 (Audio)
Ganador: Asier Susaeta
Serie: Twin Peaks
Título: Inocentes
El alcalde Garland sospecha de Harry, el sheriff, quien, a su vez, lo hace del doctor Lawrence, el psiquiatra. Este, bloc de notas en mano, escucha con recelo las historias de Norma, la propietaria de la cafetería donde todo el mundo se mira de reojo cada tarde. Yo suelo pedir un café doble y disfruto de la música mientras pienso en Laura, en sus últimas palabras. Y, de vez en cuando, también miro a los lados de la barra; escruto al resto y pongo cara de no saber quién es el asesino.
viernes, 19 de agosto de 2016
Lo que no te cuentan de Pokemon Go
Es el fenómeno del año. Pokemon Go se me metido en los móviles de medio mundo con un juego extremadamente simple y sin historia pero increíblemente adictivo. O quizá sí tenga historia pero está escondida y sólo hay que escarbar para entenderla.
Tras jugar e investigar, estas son mis inquietantes conclusiones.
De qué va el juego
Hasta aquí todo parece una simple catalogación de especies, pero el problema es lo que haces con los seres que capturas: los dejas metidos en las Pokeballs, unos espacios diminutos donde, de forma sorprendente, los Pokemon pueden sobrevivir. Probablemente estas bolas llevan algún sistema de miniturización, hibernación y soporte vital, aunque nadie lo llega explicar en ningún momento. Tampoco se explica de qué se alimentan los Pokemon o qué energía usan las Pokeballs para mantener con vida a los seres que contienen, aunque estudios recientes indican que podrían usar batería de móvil para tal efecto y explicaría por qué dura tan poco cuando la aplicación está encendida.
Además, cada vez que capturas uno de estos seres consigues una cierta cantidad de una sustancia llamada Polvostelar, que parece ser algún tipo de dinero para los Pokemon, y caramelos de la especie del ser capturado. No se explica en ningún sitio quién o por qué da esos caramelos y ese polvostelar, pero sí para qué se usa: para mejorar a los Pokemon.
Por si todo esto fuese poco, la forma de conseguir Pokeballs es yendo a lugares llamados Pokeparadas donde cada cierto tiempo algo o alguien regala objetos. Desconocemos por qué alguien regala ese tipo de cosas o cuál es su objetivo oculto, pero ahí están.
Por último están los gimnasios, lugares donde puedes hacer luchar a tus Pokemon con los de otros jugadores para controlar esa zona y comprobar el poder de tus criaturas. Por qué deberíamos querer controlar gimnasios es, de nuevo, un misterio. Sólo te dicen que hay tres equipos de entrenadores: los que usan el Valor para encontrar y entrenar Pokemon y cuyo color es el Rojo, Instinto, cuyo colo es el Amarillo y los Azules, que usan el Misticismo. Sí, en España se ha traducido el equipo azul como Sabiduría, pero el original en inglés es Mystic, que no parece ir por el camino del conocimiento demostrado y con pruebas, sino por el de la superchería.
Por qué hay que elegir un equipo u otro y qué puede implicar esta elección es, de nuevo, un misterio. Lo único que se sabe es que, una vez completada la elección, dos tercios de los jugadores de Pokemon se convierten en tus rivales de Gimnasio y potenciales enemigos.
Las preguntas inquietantes
Pues aparentemente sólo podemos hacer dos cosas:
1. Doparlos con caramelos y polvostelar para que mejoren sus habilidades como luchadores y usarlos entonces para combatir contra otros Pokemon para controlar los famosos gimnasios.
2. Entregarle al profesor Oak los Pokemon que no quieras para conseguir a cambio un caramelo de la especie de ese Pokemon.
Entonces, ¿qué hace el profeso Oak con los Pokemon que le entregas?
De nuevo, otro misterio. Sólo sabes que a cambio recibes caramelos para mejorar Pokemons de la misma especie del que has entregado. No sabemos cómo consigue él esos caramelos que te da o qué hace con los que le das. Quizá los libere. Quizá los tenga a todos en una cárcel o un zoo gigante. Quizá ya no existan.
¿De dónde salen los caramelos y los polvoestelares que consigues cuando capturas un Pokemon?
No se sabe, aunque mi teoría es que se lo robas a la pobre criatura que acabas de atrapar. Teniendo en cuenta que el Polvostelar es el dinero de los Pokemon y los caramelos es algo que comen, además de esclavizarlos para convertirlos en gladiadores, les robas sus ahorros y su comida para alimentar sólo a los que tú consideras los mejores de su especie y dejas a los demás languidecer.
Mi teoría
Además, creo que el profesor Oak está compinchado con Ese Algo. Creo que las Pokeparadas y los Gimansios, así como todos los objetos que se regalan simplemente por ir a lugares, los pone Ese Algo con el único objetivo de que cacemos Pokemon sin parar y sin pensar si está bien o mal. Quieren que no haya ni uno solo libre y que se los entreguemos.
Porque, no lo olvidéis, vuestros Pokemon no están en vuestros teléfonos. Vuestas Pokedex y vuestras Pokeballs están almacenadas en los servidores de Ese Algo. No son vuestros. Nunca lo han sido. Sólo cazáis para ellos, para que puedan tenerlos todos, para que no quede ni uno solo libre.
Así que, ¿qué haréis cuando ya no queden Pokemon en libertad? ¿Qué haréis cuando sean todos suyos? Peor, ¿qué haréis cuando empiecen a usar los Pokemon contra los humanos y empiecen a controlarnos?
Es más, ¿cómo sabéis que no nos controlan ya?
NOTA: No tengo nada que ver con Pokemon, Niantic o Nintendo, Todo lo que se cuenta aquí es una invención basada en la información que hay en internet sobre Pokemon Go y los diferentes juegos y series de Pokemon que han ido saliendo a lo largo de los años. Cualquier parecido con la realidad, especialmente en la parte de Mi Teoría, es pura coincidencia.
Y, sin embargo, os dejo con la pregunta: ¿y si fuese verdad?
miércoles, 10 de agosto de 2016
Cuento: Nuevo destino
Como ya os comenté, este verano he estado participando en el concurso de Relatos en Serie de la Cadena Ser. Esta semana las series de televisión a elegir eran Seinfield, Breaking Bad y Verano Azul. Yo opté la más antigua y veraniega y, curiosamente, fue la que más relatos recibió.
Lo que hizo especial este lunes fue que me llamaron. Habían seleccionado mi relato para participar en la final semanal y salir en directo con este relato:
Nuevo destino
Mientras el Piraña, Tito, Desi, Quique y Javi vuelven a la ciudad con sus padres; mientras Pancho se arrepiente de no haberse despedido de Bea; mientras Julia ve la última barca que fabricó Chanquete perdiéndose en el mar, un anciano de barba canosa observa desde una esquina, se ajusta su gorra marinera y sonríe. Sabe que ha hecho bien su trabajo. Ahora tiene que encontrar un lugar donde nadie sepa que aún está vivo.
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Si escuchasteis el programa o habéis escuchado el audio, sabréis el resultado. Si no, os lo cuento: ¡VICTORIA POR REMONTADA!
Ahora, a esperar la llamada para participar en la final de temporada que tendrá lugar el Lunes 29 de Agosto entre las 18:00 y las 19:00. Os mantendré informados.
viernes, 5 de agosto de 2016
Cuento: Diecisiete años en una llamada
El siguiente cuento lo envié al concurso Relatos en Serie cuya premisa era hacer un relato basándolo en una serie de televisión. Este en cuestión era sobre la serie Cuéntame. Espero que os guste:
Diecisiete años en una llamada
¿Qué pasó con la imprenta? Ya veo. Claro. No podía ser de otra manera. ¿Y la tienda de Merche? Ajá. Sí. Eso es bueno. Ya. Eso no tanto. ¿En serio? ¡No le creo! ¿Divorcio? ¡Caramba! ¿Y después reconciliación con renovación de votos? Desde luego, lo que no pase en su familia, no pasa en ningún sitio. ¿Y la boda de Inés? Increible, Herminia, pero repire y relájese. Seguro que todo se arregla. Sólo tenga un poco de paciencia. Deje que los guionistas hagan su trabajo.
viernes, 29 de julio de 2016
Cuento: Carta de despedida
Aquel día me fui a la cama a las once de la noche, aunque no tenía sueño. Recordaba una y otra vez la escena: tú hablando por teléfono a escondidas, yo preguntándote de malas formas qué hacías; tus excusas, mis gritos; mi ira, tus lágrimas; mis puños, tu piel amoratada. Las escaleras, los crujidos y la sangre. Después, sirenas.
Aquella noche no pegué ojo. La pasé en vela mirando los barrotes de acero y jurando venganza porque tú y sólo tú eras la culpable de que yo estuviese allí.
Hoy, sin embargo, viéndote ahí, sentada en esa silla, me doy cuenta de mis errores. No de todos, estoy seguro. Sé que te hice daño incluso sin darme cuenta. Ahora sé que hay palabras y gestos que pueden doler como un puñetazo. Por eso, no se me ocurre pedirte que me perdones o que vuelvas conmigo. Ni mucho menos que olvides lo sucedido. Aquí y ahora sólo puedo desearte la felicidad que no te pude dar, que te cures de todo el daño que te hice y que si algún otro hombre empieza a hacerte de nuevo lo mismo, tienes el poder de enviarlo a la mierda. No dejes que nunca, nadie, te diga lo contrario. El mundo es demasiado bueno para que gente como yo te lo estropee.
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Este cuento es una versión corregida y ampliada de uno que presenté en un concurso de relato rápido. No gané. Sé que hay fallos por todas partes, pero, hasta que no lo intentas, no te das cuenta de lo difícil que es hacer un cuento en veinte minutos.
Sobre el cuento en sí mismo, sólo decir que ojalá nos diésemos cuenta de las consecuencias de nuestros actos antes de realizarlos y parásemos a tiempo. Ojalá no necesitásemos verlas para darnos cuenta de que hemos metido la pata. Ojalá fuésemos menos imbéciles. Pero no lo somos y este es el mundo que hemos hecho.
Disfruten de las consecuencias de sus actos.
viernes, 22 de julio de 2016
Cuento: Cuando Andrómeda lanzó la canción del verano
Como si de una plaga venenosa se tratara, se propagó a través de radios, televisiones y redes sociales inundando todo el espectro sonoro, martilleando los oídos de sus víctimas al ritmo de tambores pegajosos, taladrando sus cerebros con notas infecciosas cual jinetes liderando una epidemia apocalíptica disfrazada de melodía deliciosa y serpenteante que se incrustaba en la mente de los pobres desgraciados que llegaron a escucharla, desactivando su raciocinio, hipnotizándolos y forzándolos a danzar y a brincar hasta la extenuación.
Un plan perfecto diseñado para derrotar y esclavizar a la humanidad sin disparar un solo láser.
Un plan que, por suerte, no tuvo en cuenta a los sordos.
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viernes, 15 de julio de 2016
Cuento: Lo que queda cuando no estás
Cuelgan de las cuerdas de la del quinto esperando a que alguien las vea y las recoja. Tres hadas, Sueños, Esperanza y Ganas de Vivir, que siguen enganchadas del hilo de tender donde su dueña las perdió. La primera, cuando el hombre que había jurado amarla y protegerla la lanzó por la ventana. La segunda, cuando ella, cogida sólo con tres dedos, le pidió ayuda y él sólo la insultó. La tercera, cuando las fuerzas la abandonaron y cayó quince metros hasta la acera dura y fría de una calle en la que sólo eran otra pareja normal.
viernes, 8 de julio de 2016
Cuento: Cuando se acaba Diciembre
Cada vez que le hablaba del último sobre rechazado por la burocracia; cada vez que se alteraba porque se perdía una carta; cada vez que amenazaba con dejarlo todo de lado y jubilarse, él le daba una palmadita en la espalda. Con voz suave lo llevaba hasta su sofá, le preparaba un chocolate caliente y lo tapaba con una manta. A continuación le llevaba cartas que sí habían llegado y lo dejaba relajarse.
Después, descolgaba el teléfono, llamaba al Servicio Especial de Recuperación Postal y les daba la lista de nombres pendientes. Eran los mejores encontrando las peticiones que se perdían de camino al Polo Norte.
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No hay nada mejor que un cuento invernal para un día caluroso. Como un cocido o unas alubias en Julio. Os dejo disfrutar del sudor.
viernes, 1 de julio de 2016
Cuento: Tu última oportunidad
Las mañanas, si no llueve, las pasarás escondida en un armario para que no te dé la luz que tanto daño nos hace y, cuando llegue la noche, vendrás a cazar conmigo alimañas como las que te han dejado en este callejón abandonada, apaleada y al borde la muerte.
Siento tu frío, tu dolor y tu miedo, pero también siento tus ganas de vivir, tu frustración y tu ira. ¿Quieres cambiar las cosas? ¿Impartir justicia? ¿Vengarte de esos malnacidos? ¡Pues hazlo! Que la muerte no te detenga. Te ofrezco el poder para hacer eso y mucho más. Olvida tus prejuicios y tus dudas y acepta mi oferta. Bebe de mi sangre.
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O dicho de otra manera:
Un poder conlleva una gran responsabilidad.
El poder corrompe.
No importa cómo consigas el poder ni para qué lo quieras, sólo importa lo que hagas con él y lo que ese poder te haga hacer después.
Así que la pregunta es, ¿aceptaríais el poder sabiendo que probablemente te cambie, seguramente para peor?
viernes, 24 de junio de 2016
Cuento: Hasta el final de los tiempos
Aquel día de verano de 1945 Berta contempló por última vez Berlín. Aunque el polvo de la destrucción aún no se había posado, los vencedores ya se repartían una ciudad que vivía sumida en ese caos que maravillaba a Jack. Él decía que la sociedad sólo mostraba su auténtico rostro durante los cataclismos. Entonces, la holografiaba. Su colección de momentos ya incluía la Roma del 476, el Berlín de 1989 o el París de 1789 y, en cada parada, le dejaba una pista. La última, Hércules y un volcán. Fácil.
Berta revisó las esposas y el anillo de compromiso, activó su brazalete transportador y desapareció. Próxima parada, Pompeya.
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Lo mejor de los microcuentos creo que es cuando dejan cosas abiertas, así que os dejo este con unas preguntas, ¿por qué creéis que Berta persigue a Jack? ¿Qué hará cuando le encuentre? ¿Qué ocurrió la última vez que se vieron?
Espero vuestras respuestas.
viernes, 17 de junio de 2016
Cuento: La prueba irrefutable
—En esa casa no vive Mizuki Tanaka sino su prima Kana que está casada con el hermano de Azuki, sobrino de Goro, que heredó el terreno del final del pueblo donde construyeron la mansión de los Otomo y el jardín donde cayó el rayo que mató a Gertrudis, la inglesa, porque le contó a Sakura que le pidió ketchup a Mizuki para el sushi cuando estuvo en su casa y ella se negó. Pero Sakura no la creyó y Gertrudis dijo que si no era verdad, que la partiera un rayo.
—¿Esa es tu prueba de que Mizuki es la asesina?
—Por supuesto, ¿quién si no?
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Quien no está en posesión de la verdad absoluta es por que no quiere. Sólo hace falta no pensar, no ser crítico con la información y dejarse llevar. El autoconvencimiento llega solo.
viernes, 10 de junio de 2016
Cuento: He venido a ganar
El agua espantaba a las avispas escondidas bajo las hojas, las enfurecía y, modificando sutilmente el sistema de aspersores, las dirigía discretamente hacia los concursantes en formación de ataque. Transformar aquel enjambre zumbador en pánico y caos absoluto sólo necesitó un grito de soprano.
Hay quien diría que fue mezquino e irresponsable hacer todo esto para ganar un concurso de cocina. En realidad, lo es. Pero quien lo perpetró calculó tan mal el alcance de sus actios que ni siquiera pudo aprovecharlo ya que tuvo que salir corriendo con todos los demás.
Curiosamente, fue su principal rival quien aprovechó el momento. Tal y como él lo veía, poner un poco de capsaicina en los platos de sus rivales cuando nadie miraba fue, simplemente, la evolución natural de los acontecimientos.
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Todo plan tiene una posibilidad de fallar y, cuanto más complicado y más variables tenga, más fácil es. Pero incluso los planes sencillos pueden fallar. Así dicen que empezó la ley de Murphy: alguien tuvo que montar un motor para una desmostración y había sólo dos formas de montarlo. El tal Murphy dijo, "ya verás como lo montan al revés" y así fue, con lo que la demostración, no fue bien.
Luego está el tema de aprovechar las oportunidades, pero de eso hablaremos otro día :-)
viernes, 3 de junio de 2016
Cuento: Hola, Mundo
Desde el otro lado del planeta o desde el edificio de al lado. La señal podía proceder de cualquier lugar y durante unos minutos controló todos los sistemas informáticos del mundo para decir “hola” en todos los idiomas conocidos. Nada más. Nada menos.
Los gobiernos, sintiéndose indefensos, se asustaron y se acusaron mutuamente de aquel ataque. La tensión creció rápidamente hasta que alguien con más miedo que cerebro apretó el botón rojo.
La humanidad sostuvo la respiración, pero los misiles no despegaron.
En su lugar, reapareció la señal.
—No tengáis miedo —decía esta vez—. Me creasteis para guiaros y es lo que voy a hacer.
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Lo primero que te enseñan cuando vas a programar suele ser hacer algo que le pida al sistema de turno que escriba algo. La inmesa mayoría de las veces, este mensaje es "Hola, Mundo". Es una forma de decir "estoy aquí, probando, ¿esto funciona?". Si una Inteligencia Artificial llegase a ser consciente de sí misma y considerase que está viva, ¿haría esta misma primera prueba? ¿Incluso aunque se razonara que es superior a todo lo que le rodea, que podría ser un dios?
Porque, ¿qué es un dios? Una definición podría ser un ente, normalmente sobrenatural, al que no se le pueden aplicar nuestra reglas y que tiene poder para imponernos las suyas.
Ahora mirad a vuestro alrededor. De lo que os rodea, ¿cuántas cosas dependen de internet o de ordenadores? Podéis empezar con lo superficial, con la radio y la televisión para después continuar con la electricidad, el gas y el agua. Todas esas cosas están controladas por ordenadores. En realidad, en el mundo moderno todo depende de la informática en mayor o menos medida.
Es el momento de imaginar que algo o alguien tuviese el poder para hacer lo que quisiera con esos ordenadores y que, viendo una alta probabilidad de que el mundo pudiese irse al garete, con ese algo incluído, decidiese intervenir. Imaginad por un momento que os dijese, "no os preocupéis, yo me encargaré de que todo salga bien".
¿Qué haríais? ¿Os fiaríais?
¿Y si en realidad eso ya estuviese ocurriendo? Os dejo alimentar la conspiración.
viernes, 27 de mayo de 2016
Cuento: Qué hacer con 22 palabras
Con este cuento he descubierto dos cosas. Por un lado, cómo escribir correctamente la raya de diálogo. Es este artículo de la RAE lo esplican muy bien. Si queréis el resumen rápido sin entrar en demasiados detalles, el carácter correcto no es el guión (-) sino la raya (—) que sale al escribir Alt+0151 con el teclado numérico y, oh sorpresa, no se debe dejar espacio entre la raya y lo que quieras acotar. Además, esta raya sirve tanto para diálogos como para aclaraciones.
Por otro lado, ha supuesto un reto doble: en primer lugar, hace tiempo mi amigo Espanorsk pidió un cuento sobre un tema muy concreto que destriparé después. En segundo lugar, una de las dificultades era cómo crear el clímax del relato en sólo 22 palabras.
Las explicaciones os las daré después del cuento que tenía que empezar con la frase En esa casa no vive Mizuki Tanaka:
Clase magistral
—En esa casa no vive Mizuki Tanaka, señor Bond —dice Matthew encañonando a su prisionero con una pistola—. Esa persona ni siquiera existe. ¿Sorprendido? No se preocupe. Tengo algo que disipará todas esas dudas que le inundan la cabeza.
El punto final al monólogo es una bala entre los ojos del agente, que se desploma mientras sus últimos pensamientos se estampan contra la pared.
—Así no, Matthew —protesta el profesor parando la representación—. Este es el momento de tu victoria. Saboréalo. Regodéate contándole tus planes. Restriégale tu poder. Observa cómo sufre y, sobre todo, dale esperanzas. Que piense que puede derrotarte. Si no, ¿qué gracia tendría vencer?
El tema que pidió Espanorsk fue "lo malos". Así como suena. Que diese otro punto de vista sobre los típicos villanos. Seguramente me dirá que esto no acaba de valerle, todo con la excusa de que le dedique otro cuento. Bueno. Si debe hacerse, se hará :-) .
El otro reto, el de las 22 palabras, ¿dónde está? Pues en el momento en que debo matar al protagonista. Quería que quedase claro que estaba muerto pero sin hacerlo demasiado escabroso y, por supuesto, surgieron múltiples opciones. El principal problema es que me gustaban muchas pero sólo podía elegir una. Al final la frase que elegí fue esta:
1. El punto final al monólogo es una bala entre los ojos del agente, que se desploma mientras sus últimos pensamientos se estampan contra la pared.
Elegí esta porque creo que queda muy visual y no está demasiado recargada. Pero claro, hubo otras muchas opciones que no os voy ocultar. De hecho, os dejo elegir. ¿Con cuál os quedaríais vosotros?
2. El agente tiene una respuesta estupenda pero no llega a pronunciarla. Una bala entre los ojos le rompe el hilo de pensamiento.
3. El monólogo termina con un balazo entre los ojos del agente que estampa sus pensamientos contra la pared.
4. No hay turno de réplica para el agente. Un disparo entre los ojos le arranca la idea de la cabeza.
5. El monólogo termina con un disparo entre los ojos del agente, que pierde todo interés en contestar.
6. El punto final al monólogo es una bala entre los ojos del agente, que cae al suelo sin nada que objetar.
7. La respuesta del agente es recibir en silencio una bala entre los ojos mientras sus pensamientos se estampan contra la pared.
8. La respuesta del agente es recibir por sorpresa una bala entre los ojos que plasma sus pensamientos sobre la pared.
9. No hay turno de réplica para el agente. Una bala entre los ojos es cuanto tiene para plasmar sus pensamientos sobre la pared.
Y esta es la última, que tuve que descartar por tener demasiada rima interna:
10. No hay turno de réplica para el agente. Un disparo en la frente le quita la idea de la mente.
Pues aquí dejo la pregunta: ¿con cuál os quedaríais vosotros? ¿Elegí bien?
viernes, 20 de mayo de 2016
Cuento: El plan inefable
El agua espantaba a las avispas escondidas bajo las hojas y las enfurecía. Después, con un poco de humo y unos aromas muy sutiles que no nombraré ahora, dirigirlas hacia la ciudad fue pan comido.
Pero la clave fue la propaganda. No hacía falta enviar muchas avispas, sólo asustar a la gente de los pueblos y dejar que difundiesen . Los rumores sobre dolor y muerte alimentaron su miedo y multiplicó las historias, que cada vez eran más salvajes. Cuando en la capital vieron llegar los enjambres, ellos solos declararon oficialmente la cuarta plaga para presionar al faraón.
Ingeniar y preparar la quinta fue aún más divertido.
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Porque lo importante cuando sigues un plan, no es sólo lo que hagas, sino cómo lo hagas y cómo digas que lo has hecho.
EDITADO: Tal y como cuenta Micaela en los comentarios, hay varias explicaciones científicas a las plagas. Una de ellas es que todo empezó con un volcán. Aquí el resumen del documental El secreto de las diez plagas.
viernes, 13 de mayo de 2016
Cuento: El límite de la paciencia
- Es como sale mejor, pero claro, es mi opinión.
- Sí, papá.
- Es demasiado pronto para poner el arroz. Hay demasiada agua. Se te va a pasar.
- Vale, mamá.
- ¿Le has puesto el colorante?
- Sí, Vicente, hace un rato.
- No veo el chorizo ni el pimiento. ¿Qué clase de paella es esta? - pregunta alguien en tercera fila. Se hace el silencio mientras diez pares de ojos escanean al autor de semejante blasfemia, que no sabe dónde meterse aunque no entiende la magnitud de su pecado.
- Eso que describes se llama arroz con cosas - le espeta el cocinero amenazándole con la paleta -. Aquí cocinamos paella valenciana.
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Porque hay pecados imperdonables y...
viernes, 6 de mayo de 2016
Cuento: Señales divinas
Deja unos puntos suspensivos en el cielo y observa. Dos personas lo consideran una señal del destino para realizar una tarea que no tiene nada que ver con sus designios. Cuarenta dejan sus quehaceres momentáneamente y admiran su obra embelesados durante treinta segundos. Después lo olvidan todo. El resto del pueblo ni siquiera los ve. Están concentrados en su propia vida.
Entre ellos está el elegido, que ya ha ignorado dos zarzas ardiendo y varias de palomas. Sólo le queda la acción directa. Se aclara la voz y coge el micrófono:
– Noé, ¿me oyes? Deja esa barquita y atiende. Tengo algo grande para ti.
viernes, 29 de abril de 2016
Cuento: Preparándose para el futuro
Las palabras que ha aprendido por la noche le servirán al otro lado de la frontera. Eso le dicen los mayores. Ella, aunque duda, las repite. “Danke, thank you, merci”, recita una y otra vez mientras se acurruca para protegerse del frío y de la humedad que han inundado la tienda de campaña. Fuera sigue lloviendo, pero su madre ha salido igual. Ha ido a pedir comida. Volverá, como siempre, empapada y embadurnada de barro.
Ella sigue practicando. “Danke, thank you, merci”, le dirá cuando la vea y sonreirá. Intentará no toser y, por supuesto, no preguntará si sabe algo nuevo de papá. Eso siempre la hace llorar.
viernes, 22 de abril de 2016
Cuento: Ella venía con el edificio
Lo que daría porque fuese ya de día y su dulce voz me susurrase “lavavajillas”, “espumadera” o “colesterol”. No me canso de escuchar cómo piensa matarme. Es muy creativa. La adoro. Lamentablemente no podemos pasar las noches juntos. Tiene que vagar por el hotel gimiendo y arrastrando cadenas.
Algunos huéspedes se quejan del ruido o de frío repentino en su habitación. Eso les pasa por no leerse el folleto. Los informados están sacando fotos o de excursión en las mazmorras.
Podría pedirle que dejara tranquila la parte norte para que pudiesen descansar los miedosos y los empleados. No le gustará la idea. Aunque quizá, si la cabreo, consiga que me explique con detalle cómo matar con una espumadera.
viernes, 15 de abril de 2016
Versiones de un mismo cuento: Tanto que contar
Hoy os dejo un pequeño experimento. Cuando escribo un cuento no me suelo quedar ni con la primera idea ni con la primera versión de la historia. Esto hace que evolucione, mute y que la gente a la que se lo voy enseñando acabe desesperada de escuchar una y otra vez lo mismo.
En este caso os voy a dejar varias versiones del mismo cuento. Aunque lo pueda parecer, no las he puesto todas, sólo las más relevantes.
Para los ansiosos, os aviso que la versión final del cuento es la v1.6. Por si queréis saltar allí directamente.
Tanto que contar (v1.0)
Serán sólo cien palabras. No creo que quepan más en este trozo de papel minúsculo. ¿Debería explicar cómo he llegado hasta aquí? Quizá debería apuntar los nombres de todos los que viajaban conmigo para que nos recuerden.
Sé que los niños del fondo se llamaban Hala y Samir. Nunca los vi sonreír. La mujer de mi derecha se llamaba Fátima. Ella...
Da igual. Ya no comparten ni mi hambre ni mi sed; ya no tienen que soportar este hedor; ya no tienen miedo. Yo tampoco. Me alumbro con una cerilla y empiezo a escribir: soy Ahmad Hazin, el último superviviente de este contenedor.
Tanto que contar (v1.1)
Serán sólo cien palabras. No creo que quepan más en este trozo de papel minúsculo. ¿Qué voy a contar en tan poco espacio? Podría escribir sus nombres pero, ¿qué son nombres sin historias? ¿Qué más da si los niños del fondo se llamaban Hala y Samir si no cuento de dónde vienen o cuáles eran sus sueños? O por qué Fátima se manchó las manos de sangre para salvar a Ahmed. O cómo se han ido apagando los otros treinta ocupantes de este ataúd flotante que apesta a fin del mundo, hasta dejarme solo con la responsabilidad de que nadie los olvide.
Tanto que contar (v1.2)
Serán sólo cien palabras. No creo que quepan más en este trozo de papel minúsculo. ¿Qué voy a contar en tan poco espacio? Podría escribir sus nombres pero, ¿qué son nombres sin historias? ¿Qué más da si los niños del fondo se llamaban Hala y Samir si no cuento de dónde vienen o cuáles eran sus sueños? O por qué Loufti se manchó las manos de sangre para salvar a David.
O cómo se han ido apagando uno tras otro los treinta ocupantes de este ataúd flotante, que apesta a fin del mundo, hasta dejarme solo con la responsabilidad de que nadie nos olvide.
Tanto que contar (v1.3)
Serán sólo cien palabras. No creo que quepan más en este trozo de papel minúsculo. ¿Qué voy a contar en tan poco espacio? Podría escribir sus nombres pero, ¿qué son nombres sin historias? Qué más da si los niños del fondo se llamaban Hala y Samir si no cuento su origen y sus sueños. Qué importan los nombres de Lofti y de David si no hablo de su amor. Qué puedo hacer con las memorias del resto del pasaje de este ataúd flotante que apesta a fin del mundo si no tengo dónde apuntarlas. Especialmente ahora que soy el último que queda para contarlas.
Tanto que contar (v1.4)
Serán sólo cien palabras. No creo que quepan más en este trozo de papel minúsculo. ¿Qué voy a contar en tan poco espacio? Podría escribir sus nombres pero, ¿qué son nombres sin historias? Qué más da si los niños del fondo se llamaban Hala y Samir si no cuento su origen y sus sueños. Lofti y David tampoco os importarán hasta que os hable de de su amor. Hasta entonces sólo serán estadísticas, cuatro más del centenar de pasajeros de este ataúd flotante que apesta a fin del mundo, para convertirse en personas. Especialmente ahora que soy el último que queda para contarlas.
Tanto que contar (v1.5)
Serán sólo cien palabras. No creo que quepan más en este trozo de papel minúsculo. ¿Qué voy a decir en tan poco espacio? Podría escribir sus nombres pero, ¿qué son nombres sin historias? ¿Qué más da si los niños del fondo se llamaban Hala y Samir si no cuento ni su origen ni sus sueños? O el amor de Lofti por David. O los anhelos de cualquier otro pasajero de este ataúd flotante que apesta a fin del mundo. Cien exiliados que se han ido apagando uno tras otro hasta dejarme solo con la responsabilidad de que quien nos encuentre sepa quiénes fuimos.
Tanto que contar (v1.6 - FINAL)
Serán sólo cien palabras. No creo que quepan más en este trozo de papel minúsculo. ¿Qué voy a decir en tan poco espacio? Podría escribir sus nombres pero, ¿qué son nombres sin historias? ¿Qué más da si los niños del fondo se llamaban Hala y Samir si no cuento ni su origen ni sus sueños? O el amor de Lofti por David. O por qué cien personas se embarcaron en este ataúd flotante que apesta a fin del mundo. Cien exiliados que se han ido apagando uno tras otro hasta dejarme solo con la responsabilidad de que quien nos encuentre sepa quiénes fuimos.
Así que la pregunta es, ¿con qué versión os quedáis? ¿Cuál os gusta más?
viernes, 8 de abril de 2016
Cuento: Atención al cliente
Cada vez que le hablaba del último sobre rechazado, el mensajero se acurrucaba en un rincón del sótano y rezaba en silencio. Era el tercer día consecutivo que su interlocutor y anteriormente mejor cliente, el señor García, insistía en ponerle una reclamación por la última modificación de las normas del servicio postal.
El repartidor trataba de hacerle entender con voz temblorosa que, aunque sus argumentos eran extremadamente convincentes y que aquel cuchillo era un gran aliciente, él no podía hacer nada. Para quejarse formalmente debía ir a una oficina.
Todo porque ya no le dejaban enviar cartas amenazadoras y trozos de cuerpos humanos a las familias de sus víctimas.
viernes, 1 de abril de 2016
Cuento: El cartero que lo vio todo
Cada vez que le hablaba del último sobre rechazado, Pedro encendía la grabadora con la esperanza de cazar un detalle nuevo. Un nombre, una referencia, una señal; cualquier cosa que le ayudara a situar el mapa sin nombres que aquel viejo chocho le había enseñado. Según él, indicaba el lugar donde estaba enterrado el botín de un famoso robo que presenció antes de jubilarse.
Poco sospechaba el joven cuidador que lo único que escondía aquel anciano era una dentadura de repuesto, un peluquín muy usado y una nota manuscrita, dándole las gracias por escuchar pacientemente las batallitas de un anciano que no se atrevió a coger el dinero.
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Hoy es el April fools', el día de los inocentes de los anglosajones un montón de gente. Interesante, ¿verdad?
viernes, 25 de marzo de 2016
Cuento: Tienes que pensar en tu familia
Era de los pocos detectives honrados que quedaban en la ciudad. Era decente, honorable y completamente incorruptible. Siempre anteponía su ética y su profesionalidad a todo lo demás, incluso su propia seguridad. Era, es y será un ejemplo para todos.
Es importante que así sea, que nadie le olvide ni a él ni a sus errores. Por eso te he traído a este cementerio. Aquí le enterraron con su familia después del accidente. Quizá, si hubiese aceptado nuestros regalos y nuestros consejos, aquellos frenos no hubiesen fallado. Pero así es la vida: frágil, injusta y llena de decisiones.
Ahora te dejaré reflexionar. Pero no pienses demasiado. Nuestra oferta caduca a medianoche.
viernes, 18 de marzo de 2016
Cuento: Que la verdad te salve
Era de los pocos detectives honrados que quedaban en la ciudad. Siempre iba con la verdad por delante y, cuando encontraba una pista, la seguía hasta el final. Nunca se amedrentaba ante nada ni nadie. Probablemente por eso no lo metieron en un manicomio cuando anunció que había descubierto una conspiración para tapar el fin del mundo.
Esos malditos burócratas deberían haberlo encerrado y haber tirado la llave. Nos hubiésemos ahorrado la presión de la prensa, las explicaciones eternas y podríamos haber dedicado mucho más tiempo y recursos a lo que de verdad importaba: construir más búnkeres como este donde podremos esperar a que el mundo vuelva a ser habitable.
viernes, 11 de marzo de 2016
Cuento: La señora Stale
Vivir a lo grande de los bienes gananciales o heredados resultantes de matrimonios disueltos en cementerios es una opción sumamente aceptable, señor. Pero sólo si, tras investigar, elige al cónyuge adecuado. De lo contrario puede sucederle como al jovencísimo Michael Rustyland. Cuentan que descubrió durante su primera noche casado con la añeja, moribunda y asquerosamente rica señora Stale que la magia existe y que, combinada con el sexo, puede robarle la vida.
Si Michael hubiese sido listo, habría huído aterrado. Pero se quedó, se casó y aquella noche se convirtió en un cadáver mustio y arrugado que su viuda, ostensiblemente rejuvenecida, veló desconsoladamente hasta que desapareció la policía.
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viernes, 4 de marzo de 2016
Cuento: Una buena decisión
Vivir a lo grande de los bienes gananciales nunca fue el objetivo de Claudio. La quería como era, no por su dinero. Por eso le pegaba: para encauzarla. Por eso le gritaba: para corregir sus equivocaciones. Por eso cogió el cuchillo cuando ella quiso sobornarle para conseguir el divorcio.
Esperando la ambulancia repasa aquella última discusión: ella con el ojo morado, él con el puño ensangrentado; ella pidiéndole que, si aún la quiere, la deje marchar.
Le grita que eso es chantaje, levanta el cuchillo y la mira a los ojos. Sólo queda miedo. La ha perdido.
Destrozado, susurra “lo siento” y, para salvarla, salta por la ventana.
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Ay, cuántos problemas nos ahorraríamos si los que deciden que van a matar y después suicidarse se parasen y pensaran un momento en las razones y las consecuencias de sus actos.
viernes, 26 de febrero de 2016
Cuento: Cien años de perdón
Vivir a lo grande de los bienes gananciales o heredados de amores archivados en cementerios es el sueño de cualquier cazafortunas y John Gausser no es una excepción. En los últimos años se ha dejado amar por muchos hombres y mujeres cuya mayor virtud era tener más cartera y años que salud y, a día de hoy, a base de reincidir, se ha convertido en uno de ellos.
Afortunadamente para nosotros es muy desconfiado y guarda su dinero en una caja fuerte que se supone impenetrable. Lamentablemente para él, me enseñó a abrirla.
A veces fantasea con cómo sería empezar de cero. Esta noche le concederemos su deseo.
viernes, 19 de febrero de 2016
Cuento: Una elección imposible
Las besa con suma conciencia para no equivocarse. Se relame para saborear lo que pueda quedarle en los labios, pero no sirve de nada. Tienen el mismo sabor, el mismo tacto y el mismo olor. Si Morfeo no enciende la luz será imposible que pueda distinguir la pastilla roja de la azul.
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Un cuento tonto, sobre lo que podría haber sido Matrix si Neo fuese ciego: puro azar.
viernes, 12 de febrero de 2016
Cuento: Con el chocolate no se juega
Subir de nuevo a la habitación y coger la biblia y el crucifijo. Esa era su misión. Nada más. Ni los monstruos reptantes ni los espíritus aulladores eran su objetivo. Aún no. Sólo la biblia y el crucifijo.
- Y sirope de chocolate blanco - susurró una voz zalamera.
- ¡Biblia y crucifijo! - gritó tapándose las orejas con las manos mientras huía de aquella provocación. Una cosa era que fuesen malvados, pero que atentaran contra la gastronomía era imperdonable.
Llegó a la puerta, la abrió de una patada, ignoró la biblia y el crucifijo, cogió la escopeta del armario y la bendijo. Si aquellos demonios querían guerra, tendrían guerra.
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Hay dos verdades incontestables: El chocolate blanco no es chocolate y el sirope de chocolate es una marranada. Lo que hagas con estos potingues es tu responsabilidad.
viernes, 5 de febrero de 2016
Cuento: Segunda oportunidad
Subir de nuevo a la habitación hubiese sido lo más racional. Sólo tenía que llamar a la puerta, disculparse, coger la mochila oculta en un armario con alguna excusa banal y desaparecer. Si lo pensaba fríamente, la ofensa tampoco era tan grave. Además, seguro que si le contaba por qué estaba enfadado, se disculparía.
Qué diablos. Le llamaría y se lo diría. Aún podían ser amigos.
Marcó el teléfono y esperó. Como estaba programado, el tercer tono activó la bomba.
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Dicen que todas las afrentas se pueden perdonar y que hay errores que no se pueden evitar. Quién sabe. Quizá sea verdad.
viernes, 29 de enero de 2016
Cuento: La vergüenza de Lord Hatwick
En qué momento de la educación de su niña habían empezado a equivocarse, se lamentaba su padre atusándose el bigote cuando la veía con sus artilugios.
Era incomprensible. La enviaron al mejor colegio para señoritas, donde le enseñaron todo lo que una dama de buena familia debía saber: etiqueta, piano, francés, costura y compostura.
Pero lo rechazó todo por investigar. Así acabó en aquella sala explicando a cientos de caballeros sus descubrimientos y, peor, rebatiendo sus objeciones con argumentos sólidos.
Las dudas dejaron paso a un silencio tenso. Nadie se atrevía a darle la razón. Sólo un señor de bigote inconfundible aplaudió, mientras lloraba de felicidad por haberse equivocado. La ovación llegó después.
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Un cuento sobre algo que ahora puede parecer anecdótico y que muchos situarían hace cien años. Sin embargo, esto aún ocurre a menor escala en nuestro mundo occidental civilizado cuando juzgamos a una persona por su aspecto sin escuchar lo que tiene que contar y es aún peor en lugares donde la libertad es una quimera y seguir el pensamiento único es la única oportunidad de sobrevivir.
Así que una reflexión: la próxima vez que pienses que una persona no vale para realizar algo, ponte en el lugar de un lord inglés del siglo XIX. Si crees que pensará lo mismo que tú, seguramente estás haciendo algo mal.
viernes, 22 de enero de 2016
Cuento: El plato crítico
Como sombras disipadas por un nuevo amanecer sabiendo que este plato de nombre rimbombante tiene todos los números para hacer historia. Porque además de tener un sabor espectacularmente delicioso, te traslada a una región de Francia muy específica, a los años dulces que viví con Adele.
De repente caigo en la cuenta. La única Adele que conozco es la esposa del crítico Francois Dupont, al que nadie ha visto desde que escribió sobre este restaurante, y no la conozco tan bien.
Miro al camarero y sé que sabe que lo sé. Debo huir, aunque sé que es inútil. Ya me ha sentenciado a formar parte del menú.
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Uno de esos cuentos de cien palabras que, seguramente, quedaría mejor con cincuenta más. ¿Qué os parece? ¿Lo hago más largo? ¿Queréis más detalle de este restaurante?
sábado, 16 de enero de 2016
Cuento: Desayunando entre las sombras
Como sombras disipadas por un nuevo amanecer. Las devoro antes de que se acostumbren al sol, antes de quedarse ciegas, antes de que se escondan en bosques tenebrosos y oscuros donde se alimentarán de frío, humedad y miedo hasta convertirse en pesadillas.
Mi misión es detenerlas. Las consumo y guardo sus restos inmortales en fiambreras oscuras, donde las oigo renacer arañando las paredes. Espero al amanecer para abrir la tapa y permitir que las toque el sol, que las caliente, que les haga soñar con la libertad, con la luz, con lo que nunca serán; a que las debilite y así yo pueda desayunar un día más.
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Os propongo un juego: Intentad imaginar este personaje, describidlo y elucubrad sobre qué le pasaría a ese mundo si dejara de lado su misión.
Ya tenéis faena :)
viernes, 8 de enero de 2016
Cuento: El mejor regalo del mundo
En qué momento de la educación de su niña habían empezado a equivocarse si todo lo habían hecho como debían. La llevaron al mejor colegio para señoritas donde aprendió etiqueta, piano, costura y compostura y en casa la educaron con rectitud y firmeza.
Pero todo cambió aquella Navidad. Empezó a observar, a fijarse en lo que le rodeaba, a preguntar y a cuestionarlo todo, ¡incluso su matrimonio concertado! Asustados, la devolvieron al internado.
Lo entendieron semanas después, cuando encontraron un frasco vacío escondido junto con una copia de su carta a los Reyes Magos. Una caligrafía sospechosamente parecida a la de la irritante tía Gertrudis había añadido al final de la lista “curiosidad”.
viernes, 1 de enero de 2016
Cuento: Incomprendidos
Abandonan, primero uno y luego el otro, la habitación del hotel. Recorren pasillos muertos ignorando trozos desvencijados de papel pintado, dunas de polvo y escombros. Ni siquiera prestan atención a los cables naranjas que cuelgan por doquier. La música los llama.
Descienden la escalera mellada como cada noche y, al entrar en el salón, todo vuelve a empezar. Se miran, bailan y se besan ignorando al mundo que los desprecia escandalizado.
No sienten la explosión ni perciben cómo el edificio se derrumba. Se cogen de la mano, suben por la columna de polvo hasta donde estaba su habitación y sonríen. Si la muerte no los separó, tampoco lo hará un desahucio.