viernes, 25 de septiembre de 2015

Cuento: ¿Cómo se llamaba el palo?

El bate, «¡Eso, bate!», se le resbalaba de las manos pringosas. Entre el sudor, la lluvia y el barro aquello era inmanejable. Se suponía que él sólo debía aparecer guapo en las fotos. Era imagen, nada más. Sin embargo allí estaba, el último bateador de la gran final, plantado en medio del estadio, esperando a que lanzaran. Porque para cobrar tenían que ganar y, para eso, tenía que batear la dichosa pelota.
“Que me parta un rayo si se me ocurre alguna manera de salir de esta”, pensó.
No vio la luz, no escuchó el trueno, ni tampoco ganó el partido. Pero es inmortal. Nadie puede olvidar la foto de su cadáver carbonizado.

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Seguimos con los cuentos enviados al concurso de Relatos en Cadena. La frase de esa semana era realmente complicada y no dejaba demasiados caminos que seguir. Este fue uno.

¿Se os ocurren otros caminos que seguir partiendo de esa frase?


viernes, 18 de septiembre de 2015

Cuento: Invasión magnésica

Al abrir el contenedor, se dio cuenta de que estaba empezando a olvidar el nombre de las cosas rojas que flotaban en el cielo. Se esforzó en recordar. Ammm-nésicos. Vio uno reflejado por casualidad en un espejo roto y supo inmediatamente cómo llamarlos. Amnésicos. Eran miles y cumplían perfectamente con su objetivo: que nadie recordara que estaban ahí. Amnésicos. Debía averiguar quién los había puesto ahí y por qué y detenerlos. Era la única esperanza de la humanidad. Amné…
- Gracias, joven - le dijo una anciana tirando la basura en el contenedor que él mantenía abierto.
- De nada - contestó él automáticamente.
Acto seguido también él tiró su bolsa y cerró el contenedor. Magnésicos, pensó, aunque no supo por qué.

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De nuevo un cuento que envié al concurso de Relatos en Cadena y que no salió elegido. De nuevo ciencia ficción, aunque quizá no muy original.

¿Cómo parar una invasión que no sabes que está ocurriendo? ¿Qué hacer si cada vez que dejas de observar a tu invasor lo olvidas por completo? Escribí este cuento sin recordar que ya habían tratado un tema parecido en Doctor Who. A veces crees que estás haciendo algo extremadamente original cuando en realidad sólo estás reciclando ideas.

Espero vuestros comentarios.

viernes, 11 de septiembre de 2015

Cuento: De gatos y ratones

Al abrir el contenedor, se dio cuenta de que estaba empezando a olvidar el nombre de las cosas. Primer síntoma de un intento de hackeo. Cogió dos cosas cilíndricas de cosa dura de cosa de beber, las partió y las convirtió en una cosa para la… cabeza. Se ajustó el casco. Volvía a tener el control.
Rastreó la señal hasta un furgón pintado con el inconfundible gris de los Cazadores de Sintéticos del inspector García. Desde luego, eran persistentes. Sacó una granada de pulso electromagnético de un bolsillo y la lanzó al vehículo que, con un parpadeo, se apagó. Alguien maldijo desde dentro y eso alegró al androide. El humano seguía vivo. Podrían jugar un poco más.

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Volvemos con los cuentos presentados en el concurso de Relatos en Cadena. Este no fue seleccionado, pero os lo dejo aquí. La frase de inicio era "Al abrir el contenedor, se dio cuenta de que estaba empezando a olvidar el nombre de las cosas". ¡Un cuento en sí mismo!

Os dejo leerlo y, como siempre, espero vuestros comentarios. ¡Hasta pronto!


viernes, 4 de septiembre de 2015

Cuento: El virus

Todo empezó con un video en internet. No era nada especial. Muñequitos de colores bailando sobre un fondo negro al ritmo de música. Ahí estaba el problema. En la música. La canción era repetitiva y sencilla, nada especial, cuatro notas, pero extremadamente pegadiza. Cuando la escuchabas una vez se repetía en tu mente sin parar y ya no te la podías quitar de la cabeza. El Virus, la llamaban. Resultaba tan pegadiza que la gente empezó a contagiar a otras personas sólo para fastidiar.

De ahí saltó a radios y televisiones de todo el mundo, con lo que todas y cada una de las personas de la tierra escucharon la canción y empezaron a taraearla. Todo muy divertido y muy sano. Nadie vio el peligro hasta que fue demasiado tarde.
Una noche de Octubre en todas las radios, televisiones, ordenadores y equipos de música empezó a sonar la canción sin parar. Estaban tan acostumbrados a escucharla que a nadie le extraño. Pero nadie se dio cuenta de que era ligeramente diferente. Porque debajo de las notas había un ruido blanco, sutil, casi inaudible que transmitía un mensaje sin palabras: rendíos; no actuéis; no os mováis. No tenía palabras, aunque no las necesitaba, porque atacaba directamente al cerebro y paralizaba.
Las naves aparecieron aquella misma noche. Cientos. Quizá miles. Rodearon la tierra y se quedaron allí, esperando, comprobando qué ocurría. Ese fue su error. No actuar inmediatamente. 
Porque afortunadamente no todo el mundo se quedó quieto. Unos pocos afortunados no habían escuchado la canción: los que vivían en zonas muy aisladas y los que tenían problemas de audición. Fueron ellos los que se organizaron e hicieron lo único que podían: apagaron el planeta. Desconectaron y desviaron la mayor parte de la electricidad del planeta, con lo que todos los aparatos electrónicos dejaron de funcionar. La canción dejó de sonar y la gente, en lugar de despertar, se tumbó a dormir.
Fue entonces cuando algunas de las naves descendieron y buscaron a los que habían hecho aquello y les hicieron una oferta que no podrían rechazar: ir con ellos. Necesitaban criaturas que no pudiesen oír, con la decisión y el arrojo necesarios para una misión que podía salvar el universo. Muchos se fueron. Los que se quedaron no contaron nada más. 
Después de aquello las naves desaparecieron y que la gente despertó. De vez en cuando uno de esos vídeos reaparece, siempre sin música. y la gente sorda los mira y sonríe. Saben de dónde vienen. Saben lo que significan. Pero prometieron no contarlo y son muy buenos guardando silencio.

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Ha pasado el mes de Agosto sin cuentos, pero aquí estamos de nuevo con nuevas ideas e historias. También empieza de nuevo el concurso de Relatos en cadena. Habrá que trabajar para intentar llegar de nuevo a la gran final y repetir la experiencia.

En cuanto a este cuento, espero que os haya gustado. Espero vuestros comentarios y opiniones. Gracias!