viernes, 18 de septiembre de 2015

Cuento: Invasión magnésica

Al abrir el contenedor, se dio cuenta de que estaba empezando a olvidar el nombre de las cosas rojas que flotaban en el cielo. Se esforzó en recordar. Ammm-nésicos. Vio uno reflejado por casualidad en un espejo roto y supo inmediatamente cómo llamarlos. Amnésicos. Eran miles y cumplían perfectamente con su objetivo: que nadie recordara que estaban ahí. Amnésicos. Debía averiguar quién los había puesto ahí y por qué y detenerlos. Era la única esperanza de la humanidad. Amné…
- Gracias, joven - le dijo una anciana tirando la basura en el contenedor que él mantenía abierto.
- De nada - contestó él automáticamente.
Acto seguido también él tiró su bolsa y cerró el contenedor. Magnésicos, pensó, aunque no supo por qué.

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De nuevo un cuento que envié al concurso de Relatos en Cadena y que no salió elegido. De nuevo ciencia ficción, aunque quizá no muy original.

¿Cómo parar una invasión que no sabes que está ocurriendo? ¿Qué hacer si cada vez que dejas de observar a tu invasor lo olvidas por completo? Escribí este cuento sin recordar que ya habían tratado un tema parecido en Doctor Who. A veces crees que estás haciendo algo extremadamente original cuando en realidad sólo estás reciclando ideas.

Espero vuestros comentarios.

4 comentarios:

Micaela ela dijo...

"Magnésico" palabra mágica por sus componentes curativos...¡recuerda... recuerda...!
Un besote.

Talleres y Tertulias dijo...

A pesar de la tristeza de pensar en alguien que no pueda recordar a mí me ha despertado una sonrisa.

Besitossss

Oyros dijo...

Es curioso pensar que al olvidar volverá a ser feliz, que no tendrá que preocuparse de la invasión hasta que empiece de verdad. Aunque claro, entonces será demasiado tarde.

Unknown dijo...

Confondre la gimnàsia amb la magnèsia pot ser saludable, sempre q no tinga mala intensió. Tenim l'Alzeimer molt propet.