viernes, 29 de abril de 2016

Cuento: Preparándose para el futuro

Las palabras que ha aprendido por la noche le servirán al otro lado de la frontera. Eso le dicen los mayores. Ella, aunque duda, las repite. “Danke, thank you, merci”, recita una y otra vez mientras se acurruca para protegerse del frío y de la humedad que han inundado la tienda de campaña. Fuera sigue lloviendo, pero su madre ha salido igual. Ha ido a pedir comida. Volverá, como siempre, empapada y embadurnada de barro.
Ella sigue practicando. “Danke, thank you, merci”, le dirá cuando la vea y sonreirá. Intentará no toser y, por supuesto, no preguntará si sabe algo nuevo de papá. Eso siempre la hace llorar.

viernes, 22 de abril de 2016

Cuento: Ella venía con el edificio

Lo que daría porque fuese ya de día y su dulce voz me susurrase “lavavajillas”, “espumadera” o “colesterol”. No me canso de escuchar cómo piensa matarme. Es muy creativa. La adoro. Lamentablemente no podemos pasar las noches juntos. Tiene que vagar por el hotel gimiendo y arrastrando cadenas.
Algunos huéspedes se quejan del ruido o de frío repentino en su habitación. Eso les pasa por no leerse el folleto. Los informados están sacando fotos o de excursión en las mazmorras.
Podría pedirle que dejara tranquila la parte norte para que pudiesen descansar los miedosos y los empleados. No le gustará la idea. Aunque quizá, si la cabreo, consiga que me explique con detalle cómo matar con una espumadera.

viernes, 15 de abril de 2016

Versiones de un mismo cuento: Tanto que contar

Hoy os dejo un pequeño experimento. Cuando escribo un cuento no me suelo quedar ni con la primera idea ni con la primera versión de la historia. Esto hace que evolucione, mute y que la gente a la que se lo voy enseñando acabe desesperada de escuchar una y otra vez lo mismo.

En este caso os voy a dejar varias versiones del mismo cuento. Aunque lo pueda parecer, no las he puesto todas, sólo las más relevantes.

Para los ansiosos, os aviso que la versión final del cuento es la v1.6. Por si queréis saltar allí directamente.


Tanto que contar (v1.0)

Serán sólo cien palabras. No creo que quepan más en este trozo de papel minúsculo. ¿Debería explicar cómo he llegado hasta aquí? Quizá debería apuntar los nombres de todos los que viajaban conmigo para que nos recuerden.
Sé que los niños del fondo se llamaban Hala y Samir. Nunca los vi sonreír. La mujer de mi derecha se llamaba Fátima. Ella...
Da igual. Ya no comparten ni mi hambre ni mi sed; ya no tienen que soportar este hedor; ya no tienen miedo. Yo tampoco. Me alumbro con una cerilla y empiezo a escribir: soy Ahmad Hazin, el último superviviente de este contenedor.


Tanto que contar (v1.1)

Serán sólo cien palabras. No creo que quepan más en este trozo de papel minúsculo. ¿Qué voy a contar en tan poco espacio? Podría escribir sus nombres pero, ¿qué son nombres sin historias? ¿Qué más da si los niños del fondo se llamaban Hala y Samir si no cuento de dónde vienen o cuáles eran sus sueños? O por qué Fátima se manchó las manos de sangre para salvar a Ahmed. O cómo se han ido apagando los otros treinta ocupantes de este ataúd flotante que apesta a fin del mundo, hasta dejarme solo con la responsabilidad de que nadie los olvide.


Tanto que contar (v1.2)

Serán sólo cien palabras. No creo que quepan más en este trozo de papel minúsculo. ¿Qué voy a contar en tan poco espacio? Podría escribir sus nombres pero, ¿qué son nombres sin historias? ¿Qué más da si los niños del fondo se llamaban Hala y Samir si no cuento de dónde vienen o cuáles eran sus sueños? O por qué Loufti se manchó las manos de sangre para salvar a David.
O cómo se han ido apagando uno tras otro los treinta ocupantes de este ataúd flotante, que apesta a fin del mundo, hasta dejarme solo con la responsabilidad de que nadie nos olvide.


Tanto que contar (v1.3)

Serán sólo cien palabras. No creo que quepan más en este trozo de papel minúsculo. ¿Qué voy a contar en tan poco espacio? Podría escribir sus nombres pero, ¿qué son nombres sin historias? Qué más da si los niños del fondo se llamaban Hala y Samir si no cuento su origen y sus sueños. Qué importan los nombres de Lofti y de David si no hablo de su amor. Qué puedo hacer con las memorias del resto del pasaje de este ataúd flotante que apesta a fin del mundo si no tengo dónde apuntarlas. Especialmente ahora que soy el último que queda para contarlas.


Tanto que contar (v1.4)

Serán sólo cien palabras. No creo que quepan más en este trozo de papel minúsculo. ¿Qué voy a contar en tan poco espacio? Podría escribir sus nombres pero, ¿qué son nombres sin historias? Qué más da si los niños del fondo se llamaban Hala y Samir si no cuento su origen y sus sueños. Lofti y David tampoco os importarán hasta que os hable de de su amor. Hasta entonces sólo serán estadísticas, cuatro más del centenar de pasajeros de este ataúd flotante que apesta a fin del mundo, para convertirse en personas. Especialmente ahora que soy el último que queda para contarlas.


Tanto que contar (v1.5)

Serán sólo cien palabras. No creo que quepan más en este trozo de papel minúsculo. ¿Qué voy a decir en tan poco espacio? Podría escribir sus nombres pero, ¿qué son nombres sin historias? ¿Qué más da si los niños del fondo se llamaban Hala y Samir si no cuento ni su origen ni sus sueños? O el amor de Lofti por David. O los anhelos de cualquier otro pasajero de este ataúd flotante que apesta a fin del mundo. Cien exiliados que se han ido apagando uno tras otro hasta dejarme solo con la responsabilidad de que quien nos encuentre sepa quiénes fuimos.


Tanto que contar (v1.6 - FINAL)

Serán sólo cien palabras. No creo que quepan más en este trozo de papel minúsculo. ¿Qué voy a decir en tan poco espacio? Podría escribir sus nombres pero, ¿qué son nombres sin historias? ¿Qué más da si los niños del fondo se llamaban Hala y Samir si no cuento ni su origen ni sus sueños? O el amor de Lofti por David. O por qué cien personas se embarcaron en este ataúd flotante que apesta a fin del mundo. Cien exiliados que se han ido apagando uno tras otro hasta dejarme solo con la responsabilidad de que quien nos encuentre sepa quiénes fuimos.


Así que la pregunta es, ¿con qué versión os quedáis? ¿Cuál os gusta más?

viernes, 8 de abril de 2016

Cuento: Atención al cliente

Cada vez que le hablaba del último sobre rechazado, el mensajero se acurrucaba en un rincón del sótano y rezaba en silencio. Era el tercer día consecutivo que su interlocutor y anteriormente mejor cliente, el señor García, insistía en ponerle una reclamación por la última modificación de las normas del servicio postal.
El repartidor trataba de hacerle entender con voz temblorosa que, aunque sus argumentos eran extremadamente convincentes y que aquel cuchillo era un gran aliciente, él no podía hacer nada. Para quejarse formalmente debía ir a una oficina.
Todo porque ya no le dejaban enviar cartas amenazadoras y trozos de cuerpos humanos a las familias de sus víctimas.

viernes, 1 de abril de 2016

Cuento: El cartero que lo vio todo

Cada vez que le hablaba del último sobre rechazado, Pedro encendía la grabadora con la esperanza de cazar un detalle nuevo. Un nombre, una referencia, una señal; cualquier cosa que le ayudara a situar el mapa sin nombres que aquel viejo chocho le había enseñado. Según él, indicaba el lugar donde estaba enterrado el botín de un famoso robo que presenció antes de jubilarse.
Poco sospechaba el joven cuidador que lo único que escondía aquel anciano era una dentadura de repuesto, un peluquín muy usado y una nota manuscrita, dándole las gracias por escuchar pacientemente las batallitas de un anciano que no se atrevió a coger el dinero.

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Hoy es el April fools', el día de los inocentes de los anglosajones un montón de gente. Interesante, ¿verdad?