viernes, 22 de abril de 2016

Cuento: Ella venía con el edificio

Lo que daría porque fuese ya de día y su dulce voz me susurrase “lavavajillas”, “espumadera” o “colesterol”. No me canso de escuchar cómo piensa matarme. Es muy creativa. La adoro. Lamentablemente no podemos pasar las noches juntos. Tiene que vagar por el hotel gimiendo y arrastrando cadenas.
Algunos huéspedes se quejan del ruido o de frío repentino en su habitación. Eso les pasa por no leerse el folleto. Los informados están sacando fotos o de excursión en las mazmorras.
Podría pedirle que dejara tranquila la parte norte para que pudiesen descansar los miedosos y los empleados. No le gustará la idea. Aunque quizá, si la cabreo, consiga que me explique con detalle cómo matar con una espumadera.

1 comentario:

Micaela ela dijo...

Con una espumadera se pueden hacer virguerías.
Personalmente no iría a ese hotel por temor a fibrilar y si lo hiciera tendría en mis manos una espumadera "per si de cas".