Subir de nuevo a la habitación hubiese sido lo más racional. Sólo tenía que llamar a la puerta, disculparse, coger la mochila oculta en un armario con alguna excusa banal y desaparecer. Si lo pensaba fríamente, la ofensa tampoco era tan grave. Además, seguro que si le contaba por qué estaba enfadado, se disculparía.
Qué diablos. Le llamaría y se lo diría. Aún podían ser amigos.
Marcó el teléfono y esperó. Como estaba programado, el tercer tono activó la bomba.
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Dicen que todas las afrentas se pueden perdonar y que hay errores que no se pueden evitar. Quién sabe. Quizá sea verdad.
viernes, 5 de febrero de 2016
Cuento: Segunda oportunidad
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4 comentarios:
Sería un iphone
Sería un iphone
Seguro que sería un iPhone XD
Pues si era un iPhone... ¡menuda putada!
Estaba tan entusiasmado por recuperar su amistad que olvidó cómo activó la bomba. A veces la vida es tan injusta como asquerosa.
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