Sigo observando mi trocito de cielo con mi telescopio hasta que mi perseverancia obtiene recompensa. Tal y como predijeron los antiguos, el Destructor de mundos aparece a la hora señalada. A pesar de la distancia, sé que esa mota cósmica arde como mil soles. Casi puedo sentir su calor, la ira destilada de los dioses preparada para purgar nuestros pecados. Ajusto la lente. Lo veo moverse y hacerse más grande. Pero hay algo raro. Soplo en el visor y el Destructor de mundos desaparece.
¿Os reís de mí, dioses caprichosos, o sólo probáis mi fe una vez más? Pues no desfalleceré. Estoy listo para el Apocalipsis.
viernes, 30 de diciembre de 2016
Cuento: El mensajero del destino
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1 comentario:
Estos dioses caprichosos...
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