Vivir a lo grande de los bienes gananciales nunca fue el objetivo de Claudio. La quería como era, no por su dinero. Por eso le pegaba: para encauzarla. Por eso le gritaba: para corregir sus equivocaciones. Por eso cogió el cuchillo cuando ella quiso sobornarle para conseguir el divorcio.
Esperando la ambulancia repasa aquella última discusión: ella con el ojo morado, él con el puño ensangrentado; ella pidiéndole que, si aún la quiere, la deje marchar.
Le grita que eso es chantaje, levanta el cuchillo y la mira a los ojos. Sólo queda miedo. La ha perdido.
Destrozado, susurra “lo siento” y, para salvarla, salta por la ventana.
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Ay, cuántos problemas nos ahorraríamos si los que deciden que van a matar y después suicidarse se parasen y pensaran un momento en las razones y las consecuencias de sus actos.
viernes, 4 de marzo de 2016
Cuento: Una buena decisión
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3 comentarios:
Molt oportú. M'agrada
Molt oportú. M'agrada
Me gusta tu compromiso social en tus relatos.
Ojala todos los maltratadores se suicidaran antes de matar.
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