martes, 22 de enero de 2008

Vida de un suicida: Día 3

Sigo eliminando métodos.

Hace un rato he subido a la terraza del edificio pensando en hacer una caída libre, pero alguien se me ha adelantado. Mi vecino de rellano, un tiparraco grandote y con cierto parecido a George Cloney, estaba sentado en la repisa, con los pies colgando y mirando al infinito. Viene a suicidarse porque dice que su vida da asco.

Todo el mundo sabe que los suicidos colectivos no es la forma adecuada de hacer las cosas. Él coincide conmigo en este aspecto. Así que, no sé muy bien como, hemos acabado en una competición por ver qué vida da más pena.

Ha estado reñido, pero creo que ha ganado él. Entonces he pasado al plan B: intentar convercerle de que no lo haga. Me ha mirado con cara de terror, me ha llamado traidor, mentiroso y luego ha saltado.

Hay gente a la que no le sale nada como él quiere. Éste es uno de ellos. Intentado caer de cabeza ha hecho un tirabuzón y una voltereta y ha caído de pie encima de su propio coche. Mientras escribo estas líneas, la ambulancia se lo lleva al hospital y or los gritos que da, parece bastante vivo.

Nota posterior: He ido a visitarlo al hospital. Me han dicho que probablemente sobrevivirá pero lo más seguro es que no vuelva a caminar. El juicio por intento de suicidio vendrá después.

No hay comentarios: