- ¿Qué es ese ruido? - preguntó intrigada -. Parece un trueno, pero viene de esa puerta. ¿Qué hay al otro lado?
- Hay unas escaleras de piedra que bajan al sótano - le contestó el viejo conserje con una sonrisa maliciosa -. Pero yo no bajaría ahora.
Volvieron a escuchar el sonido, más fuerte esta vez. El suelo, las paredes y los cristales vibraron durante unos segundos eternos. Cuando acabó el estruendo se escuchó un clic y la puerta comenzó a abrirse, perezosa, al compás de un chirrido que sonó como un largo bostezo. Al otro lado sólo se intuía el principio de un tramo de escaleras muy oscuro.
- No hay ninguna duda - dijo él sin dejar de mirar hacia la oscuridad -. El castillo tiene hambre.
(Este cuento surgió como suma de tres conceptos: curiosidad, ruidos raros y sótano de un castillo).
viernes, 30 de enero de 2015
Rugidos en la noche
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9 comentarios:
Pues que se haga una tortilla pues yo no bajo por la escalera...
Sí, yo también soy de los pienso que los viejos castillos siguen vivos.
¿Qué alimenta al alma de un castillo?
Eixe castell s'ha fartat d'esser un testic mut del passat i parla per a reivindicar les inversions necessaries pel seu manteniment.
Molt bé Pep
El alma del castillo se alimenta de las almas de sus habitantes, aquellos murieron en el.
Creo que:
- hay que echar aceite en esas bisagras y
- resolver las corrientes de aire del viejo castillo
Visite leroy merlin....jejeje
Juan y Antonio están de acuerdo en que hay que arreglar el castillo. ¿Será eso suficiente o necesitará las almas de los obreros para acabar de arreglarse? Sinceramente, no lo sé, ¡porque no pienso volver allí!
espero que cuando hablase le mereciera la pena ...
Seguro que sí, Mrrcedee.
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