viernes, 9 de enero de 2015

Impaciencia

Sin saber por qué, le di un puñetazo a la máquina. Quizá fue la impotencia por entender que no podía hacer nada. Sabía que no conseguiría nada golpeándola, zarandeándola o insultándola, pero lo hice porque no veía más opciones. Había llamado al teléfono de incidencias, pero una voz mecánica informaba que el número no existía.
Estaba helado, me moría por tomarme algo caliente y aquella maldita máquina se había tragado mis últimas monedas. No parecía tener ganas de darme un café a cambio.
Con rabia, la empujé una última vez. La máquina se balanceó e hizo un ruido extraño. ¿Se había puesto en marcha? Exultante de felicidad, la abracé y ella, desequilibrada, se abalanzó sobre mí.
Salí de mi cuerpo que había quedado completamente aplastado.
- ¿En el otro lado hay buen café? - le pregunté a la figura encapuchada que observaba un hilito plateado que me unía con los restos de mi cadáver. Con un movimiento suave de su guadaña, lo cortó.
- ESO DEPENDERÁ DE LO QUE QUIERAS CREER - dijo la Muerte -, PERO NO ESPERES GRAN COSA. VEN, SÍGUEME.
- Cualquier cosa será mejor que el brebaje marrón de esa máquina - le dije mientras la seguía, sin dejar de pensar que, en realidad, ya no me apetecía tanto un café.

5 comentarios:

Micaela ela dijo...

Qué mala la maquinita! a veces pienso que tienen vida propia por eso procuro no acercarme a ellas.
Una vez puse una moneda para sacar una coca-cola y me dio tres...y nadie da duros a cuatro pesetas.

Unknown dijo...

ME ENCANTA

setreuf dijo...

Me han dicho que en el infierno el café es delicioso, pero como estás alli no te lo puedes tomar porque esta...HIRVIENDO!!!!

setreuf dijo...

Ya se sabe las maquinitas las carga el diablo.

AntonioCebrian dijo...

Y pensar que todos los dias de lunes a viernes, estoy a un paso de la muerte..