viernes, 4 de mayo de 2007

El hacedor de frases

Solía llevar una libreta en la que apuntaba frases. Eran frases llenas de magia, síntesis de profundas reflexiones que llevaban a entender el sentido de la vida. Aquellas palabras dibujaban sencillos caminos hacia la felicidad y ayudaban a recorrelos.

Pero era tímido y tenía miedo. Miedo de que alguien robara sus ideas. Miedo de que se rieran de él por lo que pensaba. Miedo de que alguien le lanzase a la cara que, si alcanzar la felicidad con aquellas sentencias era tan sencillo, por qué su autor era incapaz de sentir alegría.

Por eso, aunque nunca dejó de cazar ideas y nunca permitió que ninguna se desvaneciera en su mente sin ser escrita, nunca nadie las vio. Tampoco él las utilizó, pues sabía mejor que nadie que cada frase es el camino de una persona y tenía la esperanza que quizá, algún día, alguna de ellas le llevara al suyo.

Pasaron los años y un día la muerte llamó a su puerta. Cuando la acompañaba donde quiera que le llevara, vio a su hijo coger su libreta y cómo, entre el dolor y las lágrimas, aparecía una sonrisa. En aquel último momento supo que había encontrado su camino y que había llegado a la felicidad.

4 comentarios:

Oyros dijo...

¿Hay que ser infeliz para buscar la felicidad?

¿Hay que ser infeliz para saber que has encontrado la felicidad?

Diegus dijo...

Siempre la ausencia da sentido a la presencia y viceversa. El motor humano es la seguridad de una ausencia de algo indefinible que debería estar y no está, o no sabemos encontrar.

Gata Vagabunda dijo...

No hay que ser infeliz para saber que has encontrado la felicidad. Pero sí para apreciarla en todo lo que vale.

Un beso

Oyros dijo...

En mi opinión, es necesario buscar la felicidad para poder encontrarla, pero hay dejar de buscarla para alcanzarla.

gata: es como todo. Si no has estado en un lado del espejo, no sabes apreciar las cosas buenas y malas que tiene el otro :)