Sólo le quedaba un cigarrillo arrugado y dos cerillas. Dejó todo sobre la mesa. Miró la pantalla. Mil quinientos cuarenta y dos correos por leer. Quinientas cincuenta y tres tareas pendientes. Setenta informes por revisar y catorce por escribir. Fecha de vencimiento, las nueve de la mañana. Miró por la ventana. Era noche cerrada y el parking estaba vacío. Cerró el portátil y lo metió en la papelera. La primera cerilla falló. La segunda, no.
Salió por la puerta con el cigarrillo apagado en la boca y, mientras las llamas empezaban a devorar la oficina, se alejó haciéndole una peineta a la cámara de seguridad.
viernes, 2 de junio de 2017
Cuento: Hasta nunca
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4 comentarios:
Cuántas veces me he imaginado yo reproduciendo tu relato!!!!
El punto interesante es el de IMAGINAR y no HACER XD
Gracias por la visita :)
Parábola de un mundo regido por lo que REALMENTE tienes que hacer jeje. Muy bueno Pepe. Omar
Una valiente decisión.
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