El agua espantaba a las avispas escondidas bajo las hojas, las enfurecía y, modificando sutilmente el sistema de aspersores, las dirigía discretamente hacia los concursantes en formación de ataque. Transformar aquel enjambre zumbador en pánico y caos absoluto sólo necesitó un grito de soprano.
Hay quien diría que fue mezquino e irresponsable hacer todo esto para ganar un concurso de cocina. En realidad, lo es. Pero quien lo perpetró calculó tan mal el alcance de sus actios que ni siquiera pudo aprovecharlo ya que tuvo que salir corriendo con todos los demás.
Curiosamente, fue su principal rival quien aprovechó el momento. Tal y como él lo veía, poner un poco de capsaicina en los platos de sus rivales cuando nadie miraba fue, simplemente, la evolución natural de los acontecimientos.
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Todo plan tiene una posibilidad de fallar y, cuanto más complicado y más variables tenga, más fácil es. Pero incluso los planes sencillos pueden fallar. Así dicen que empezó la ley de Murphy: alguien tuvo que montar un motor para una desmostración y había sólo dos formas de montarlo. El tal Murphy dijo, "ya verás como lo montan al revés" y así fue, con lo que la demostración, no fue bien.
Luego está el tema de aprovechar las oportunidades, pero de eso hablaremos otro día :-)
2 comentarios:
Tal vez fuera mejor no planear a no ser que estés bien seguro de obtener un óptimo resultado.
A todo el mundo le gusta ser como Anibal, el del Equipo A, que todos los planes le salian bien.
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