Bucear en el lago que había al lado de la casa y descubrir que la nave ya no estaba en el fondo fue la primera sorpresa desagradable del día. La nota de despedida clavada en la puerta fue la segunda. Subió al desván, sacó de debajo de una tabla la varita azul, la del abuelo, y recitó el conjuro que había prometido no volver a usar. El mundo se tornó gris, excepto por una luz verde que se dirigía al norte. Releyó la nota y maldijo su impaciencia. Pretendía entregarse al Esperador. Mientras descolgaba el teléfono un plan empezó a formarse en su cabeza. La tercera sorpresa se la llevaría él.
viernes, 26 de enero de 2018
lunes, 22 de enero de 2018
Cuento: El nuevo plan
Bucear en el lago que había al lado de la casa por la noche en completo silencio para reflotar el barco que ella misma había hundido al poco de llegar, porque nadie debía saber que estaban allí. Al amanecer, hacer inventario de provisiones, repasar rutas de escape, buscar posibles destinos y seguir con el desarrollo del sistema de camuflaje. Después, esconderse en lo más profundo del búnker del sótano y, muy quieta, abrazarse a sus hijos y rezar para que los monstruos no encontraran la entrada a su refugio tampoco ese día.
domingo, 21 de enero de 2018
Cuento: El reto
Bucear en el lago que había al lado de la casa, cronometrar cuánto podía aguantar sin respirar, mirar cómo el segundero avanza instante a instante, cómo su corazón se ralentiza, cómo el oxígeno intenta escapar de sus pulmones y salir en el último segundo para cazar una bocanada de aire, después otra, recuperar el aliento y repetir hora tras hora, día tras día, hasta que, en una epifanía sublime, entender que, por mucho que entrene, por mucho que se esfuerce, nunca podrá superar la marca infinita de su padre que lo mira fijamente desde el fondo.
Cuento: Juego de mesa
—Bucear en el lago que había al lado de la casa era la opción A —repitió Carla desde detrás del libro—. Presta atención. La opción B era registrar el sótano.
—Te preguntaría qué monstruos puede haber, pero me da igual —dijo Jaime fardando de su ficha de personaje—. Soy indestructible.
—Tómate esto en serio y revisa las pistas o lo dejamos inmediatamente. Recuerda que nos persigue un monstruo primigenio y que, si lo liberas, destruirá el mundo.
—Tranquilízate—protestó el chico—. Sólo es un juego. Cthulhu no es real.
—CLARO —susurró una voz cavernosa desde dentro del baúl que aguantaba el tablero—, SÓLO ES UN JUEGO. ¿QUÉ PUEDE SALIR MAL?
viernes, 5 de enero de 2018
Cuento: Panadero - Una herencia peligrosa
Su padre también le dejaba conducir la furgoneta durante el reparto matutino. El restaurante Coliflor, la penitenciaría, la mansión de los Falstein y el bar Vero entraban en la primera ronda.
Aquella mañana, de vuelta a la panadería para iniciar la segunda, percibió algo inusual por el rabillo del ojo. Detuvo el vehículo y se giró. Dos cuervos negros, agazapados en un rincón, le miraban.
—Pero qué... —masculló, pero se paralizó. Los pájaros resplandecieron con una luz que le cegó un instante. Al apagarse, dos chicas le observaban.
—Conduce y olvídanos —le dijo una acompañando sus palabras con un gesto.
Automáticamente encendió el motor y, con el ruido, la idea de que transportaba polizones vestidas de presidiarias desapareció.
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Seguimos con los cuentos del universo de Una herencia peligrosa.