Todo estaba dibujado en la pequeña libreta gris que llevaba en el bolsillo de su pantalón. Cada cosa que tenía que hacer, el nombre de cada objeto que tenía que usar y de cada persona que conocía estaba allí apuntado usando su propio sistema de escritura. Un jeroglífico único para cada concepto. Pero ahora eran indescrifables. La única persona que había sabido qué significaban ya no era capaz de recordar ni su propio nombre.
4 comentarios:
Es la vida misma.
Nadie entenderá nuestros papeles, si queda alguno en esta era digital en la que todo está en discos duros, nubes y DVDs.
Pues sí y aunque nos siguen quedando las piedras, ellas también cambian y desaparecen. Alivia pensar que "la energía ni se crea ni se destruye".
q pdo con esta mmada esto no me ayuda
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