Sólo le quedaba un cigarrillo. Uno. El último de los cerca de doscientos mil que había tenido entre sus dedos durante los últimos veinticinco años. Doscientas mil ratos de cinco minutos repartidos entre pausas en el trabajo, risas con los amigos e instantes con ella. Eso sumaban un millón de minutos, lo que eran casi dos años. Dos años de humo y recuerdos solidificados en un souvenir en el pulmón. Dos años de vida. Eso era más de lo que le pronosticaban. Se guardó de nuevo su tótem en el bolsillo y, pasito a pasito, volvió a entrar en el hospital.
4 comentarios:
Ante sus ojos y su mente.
Un ser positivo que mira a la muerte y le dice ¡que me quiten lo bailao!.
Qué pena.
Uy ... Tiene muy mala pinta
Pero es mejor ser positivo , a lo mejor tiene remedio ☺
Dicen que tu vida pasa delante de tus ojos antes de morir. Terry Pratchett decía que a eso se le llamaba vivir :)
Buen micro! Aunque ya que parece que el daño estaba hecho, le quedaban dos años, casi mejor que se lo fume. Saludos!
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