viernes, 21 de abril de 2017

Cuento: Postverdades

Cerró los ojos y sopló las velas que daban luz al comedor, una en cada esquina. Le quedaban para un par de semanas. Tres, si se iba a dormir pronto. Después el día se iría alargando y ya no le haría tanta falta. Quizá, con un poco de suerte, para entonces las limosnas le darían para pagar la factura pendiente, cargar el móvil y llamar a casa con la wifi del vecino. Sabía que a su madre siempre le alegraban las historias de su hijo el triunfador.


2 comentarios:

Unknown dijo...

Muy triste 😥

Micaela ela dijo...

Si, es triste porque ese tipo de madres hacen mucho daño. Y las hay.